Venres. 29.03.2024
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Excelente la calidad de la uva que este domingo pisaron con ganas en Oímbra. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.

Que en Oímbra le tiene ganas a esto del vino y recuperar tradiciones es un hecho. Basta echar un ligero ojo a la galería de imágenes de este propio medio para corroborarlo. Había sido todo un notición el anuncio de la primera edición del pisado de la uva en el lagar rupestre de Xan Petro, uno de los más notorios de la treintena que aparecen documentados en el municipio. Más aún lo fue aquella jornada dominical inaugural de 2019, pero la de hoy no le estuvo a la zaga. Caracterizaciones varias, entre ellas las de unas jóvenes francesas directora y guionista de un documental sobre la actividad; o la del ciego, el mismo que "non ve, pero apalpa" y peregrino rumbo a Santiago de Compostela, se mezclaron con nuevos elementos como el pequeño ágape a base de "folar" portugués -esa suerte de pieza rellena de chorizo, jamón, panceta y derivados al más puro estilo tradicional trasmontano-, la indumentaria de los participantes y un más que suculento tentempié con unas vistas privilegiadas en la balconada de la Adega As Barrocas -gentileza de una de las bodegas españolas más prestigiosas con representante físico incluido-.

La jornada comenzó poco después de las diez y media de la mañana. A esa hora se bajaba de una furgoneta -literal- el mulo "Manolo", encargado de transportar tirando del carro la uva en cestos. No era la única. Antes se habían anticipado, en otra furgoneta, los 600 kilogramos fruto del viñedo experimental que el Inorde trata y mima en Oímbra

Con el representante caballar aparejado y cestos y toneles colocados, arrancó, desde la casa del maestro tornero Antonio Pardo -responsable del ingenio mecánico réplica de la prensa de madera de antaño colocado en el lagar-, la comitiva, mayoritariamente de mujeres, vestidas para la ocasión y con trajes más propios de otra época -salvo alguna que otra-. Arrancaba "en segunda" el bueno del cuadrúpedo animal, aunque los varones que lo comandaban le obligaban a atenuantes parones camino del destino. Tras el primero, las mujeres, con sus cestas y cántaros, algunos tuneados, que más tarde recogerían el mosto del pisado. 

Juan José, dirigiendo los pasos del cuadrúpedo animal y del resto de la comitiva. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.
Juan José, dirigiendo los pasos del cuadrúpedo animal y del resto de la comitiva. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.

En el lagar esperaban otros tantos -pertrechados con móviles y algunas cámaras, no todas de prensa- deseosos de dar inicio a la representación, muy real. Porque hasta la propia alcaldesa se subió falda y enaguas para exhibir tibia y pantorrilla pisando en la cesta del lagar. Le acompañaron, entre otros y en el primer envite, alguno de sus lugartenientes, como su segundo Primo Rivero. Más tarde se fueron turnando hasta que llegó el momento de apretarle las tuercas al fruto de la vid, bajando la prensa y exprimiendo hasta el último centímetro cúbico que la uva -de la buena y abundante- contenía. Supervisaba a lo lejos y sentado en una silla, como si de Cuerda se tratase, el exalcalde y padre de la actual, Alfonso Villarino. 

Ana Villarino y su cántaro tuneado. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.
Ana Villarino y su cántaro tuneado, con el ciego detrás. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.

Se llenaron los dos toneles y un depósito metálico, unos 100 litros de mosto. "Quen diría que co tempo que veu teriamos esta uva e desta calidade", sentenciaba Villarino padre. Muy cerca de él, este relator escuchaba de lejos pero nítidamente otra máxima formidable: "Andamos con tantos adiantos, que si estrulladoras, pero non hai como pisar para sacar moito e bo viño". Hablaba la experiencia, pasada y presente. 

Este año, guiño a los vecinos lusos, algunos presentes, como el vicepresidente de la Càmara de Montalegre, David Teixeira. Se probó un "folar".
Este año, guiño a los vecinos lusos, algunos presentes, como el vicepresidente de la Câmara de Montalegre, David Teixeira. Se probó un "folar". | FOTO: Xosé Lois Colmenero. 

Terminado el trabajo -parte, porque la uva que viajó en cestos y tirada por "Manolo" se fue de vuelta a As Barrocas-, avituallados por Marisa, esa suerte -que tiene la alcaldesa- de ADL (agente de desarrollo local), y satisfechos por el espectáculo -con entrega del Óscar "Paco" a una de las presentes por su colaboración-, partimos todos monte a través otra vez pero ya con premio en destino. Le costó a "Manolo" recular con el carro cargado hasta la puerta de la bodega, quizás por la expectación que tal maniobra había despertado entre los de la balconada. Liberado el animal de la pesada carga, llegó el momento de mandar al viento la dieta y dar buena cuenta de lo típico: empanada, jamón, queso, croquetas, calamares fritos, tortilla, buen vino blanco y tinto, y algún que otro piscolabis salado. Remataron la faena con rosquillas caseras, tostadas con un magnífico toque de canela y café de termo. Pena de licor

No siempre se consigue trabajar poco, aprender mucho y acabar comiendo así de bien. Cosas de la tradición y de los que saben (mantenerlas).

Rosquillas para rematar(la). Alfonso Villarino, a la izquierda, feliz. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.
Rosquillas para rematar(la). Alfonso Villarino, a la izquierda, feliz. | FOTO: Xosé Lois Colmenero.

CRÓNICA | El pisado que rinde tributo a la tradición