sábado. 27.04.2024
La casa de todos los olimbriguenses se quedó este miércoles más pequeña que nunca, y nunca mejor dicho. La pandemia había privado a la instalación de la celebración de una de las sesiones más concurridas y, a la par, más divertidas y sinceras de todas las registradas: la de un pleno infantil. A duras penas, casi enlatados, el último de los pisos del consistorio acogió en esa mañana de miércoles a los 66 pequeños escolarizados en el CEIP local -y a sus respectivos tutores-. 

En la mesa del plenario se sentaron, presidiendo, la alcaldesa del municipio, Ana María Villarino, su secretaría municipal, Cristina Taboada, y el alcalde electo en el centro escolar, Daniel Gómez, luciendo camisola del club merengue

Villarino Pardo explicó brevemente el funcionamiento de la casa que preside, de sus competencias e "incumbencias" y de como debía desarrollarse la sesión plenaria. Cedió la palabra a la de los "papeles, eu son a que se ocupa de estar coa xente, e a secretaria é a que se encarga de velar para que todo o que faga este Concello está conforme á lei", quien explicó a los presentes, entre otras cuestiones, lo efímero que puede llegar a ser el puesto de alcalde si se compara con toda una carrera profesional de un habilitado nacional, como es su caso. 

Y así, debidamente aleccionados, se abrió la sesión. El alcalde lo hizo con poca fuerza sonora, quizás algo intimidado por el público, dando la palabra a los primeros ediles en intervenir, cargados todos de exigentes mociones. Solamente el arenero del patio no fue ampliamente respaldado por los componentes de la Corporación, que ni ganas tenían de votar esa concreta propuesta. Sí obtuvo el respaldo unánime de los presentes -incluso del público, que esta vez también tenía derecho al voto- la construcción de una segunda tirolina en el municipio, la renovación de algún equipamiento en el centro escolar -iluminación y persianas- y algo mucho más "comestible": un mejor cocinero que prepare alimentos más apetecibles. Una de las anécdotas de la jornada la protagonizó el nieto del exalcalde de Oímbra Alfonso Villarino y padre de la actual regidora, Alonso, que puede que en un pequeño ejercicio de aproximación al cargo que se ganó su madre en las urnas, defendió, eso sí sin mucha vehemencia, una de las interpelaciones.  

Tras los puntos del orden del día, llegaron los ruegos y preguntas, formuladas a la regidora y fundamentadas, especialmente, en su persona. 

Apetecibles fueron también las golosinas que recibieron cada uno de los presentes en una generosa bolsa, acompañada de otro regalo más práctico: un pendrive para que los futuros votantes -y puede que concejales- guarden a buen recaudo sus trabajos escolares y, quizás, las mociones elevadas este miércoles a tan particular pleno. 

CRÓNICA | ¡En Oímbra están locos por una tirolina!