miércoles. 24.04.2024

Abandonarse a la belleza

Cuando arte y religión se unen, sólo pueden dar lugar a la belleza en su grado máximo. Italia es un exponente mundial de esto y su especialidad es hacer eterno lo más sencillo. Arquitectura, esfuerzo, complejidad y la baza indiscutible del tiempo nos regalan hoy un lugar que es un espectáculo en sí mismo. Bienvenidos a Siena.
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Majestuosa fachada de la Catedral de Siena. | FOTO: Mila Ojea

Hay una anécdota que cuenta Íñigo Domínguez, periodista que vivió durante 15 años en Roma como corresponsal, que creo que explica muy bien el carácter de los italianos. Sucedió en Caltagirone, un pueblo siciliano del que ya les hablé en un artículo anterior. Una señora echó de casa a su hijo, harta de que no diera ni golpe y saliera hasta las tantas constantemente.

-No me respeta, no me dice dónde va por las noches y vuelve muy tarde- explicaba la buena mujer a la policía.

El hijo alegaba que ella lo trataba mal, que le daba una paga semanal de miseria y además cocinaba de pena. Ahora viene lo mejor: cuando esto sucedió, la mamma tenía 81 años y el hijo 61.

714Cúpula de la catedral. | FOTO: Mila Ojea

Pues así es Italia: caótica, cómica, exagerada, imposible muchas veces de tomar en serio, delirante e imprevisible, desmedida, teatral, intensa y apasionada. Es decir, única. Y sólo se la puede amar, no están permitidos los términos medios. Se ama a muerte o no se ama. Ese es mi caso.

Da igual que los italianos sean informales y despreocupados, porque cuando uno rasca esa superficie, encuentra algo inigualable debajo de esa capa de sarcasmo: también son capaces de lo más grande. Están llamados a la gloria, sí. Y una prueba de esto que les digo es el lugar al que les llevo hoy.

715Primera visión de la Catedral desde una calle aledaña. | FOTO: Mila Ojea

Nos encontramos en la ciudad de Siena, en la región de la Toscana, y después de deambular un rato por sus callejuelas medievales de piedra, iremos inevitablemente a parar a una plaza, en lo alto de la colina, que se abre como una flor en medio del mapa y encontraremos, de repente, a cielo abierto, la catedral. Il Duomo di Santa María dell'Assunta. Y, créanme, se quedarán sin respiración ante tal derroche de belleza y ostentación artística. ¡Santa Madonna!, pensarán, llevándose las manos a la cabeza.

Hay que rodear toda la construcción para ser verdaderamente conscientes del tamaño y la importancia de esta obra. Es admirablemente sublime. Detengámonos en los detalles.

716Detalles de la fachada. | FOTO: Mila Ojea

Este majestuoso templo católico está dedicado a Santa María de la Asunción y se halla en la Piazza del Duomo. Para acceder a su interior hemos de subir doce escalones que representan a los doce apóstoles. Hay dos partes, la catedral y el baptisterio, ambos construidos bajo las premisas del abrumador arte gótico italiano.

La torre del campanario es de estilo románico. Está decorada con bandas de mármol blanco y verde y equipada con seis hileras de ventanas. Fijémonos en que el campanario comienza sin ventanas en el primer nivel, aparece una en el siguiente y a medida que sube nuestra vista, cada nivel aumenta el espacio dedicado a la ventana y comienza a dividirla en columnas. La torre se dio por finalizada en 1313 y alcanza una altura de 77 metros. ¿Qué mueve al viajero sino el asombro constante?

717Rómulo y Remo con la loba. | FOTO: Mila Ojea

La ciudad de Siena, que crecía a buen ritmo y empezaba a verse pequeña para su estatus, decidió que su Duomo no podía ser inferior al de Florencia. Se pretendió triplicar el espacio catedralicio, convirtiendo lo ya edificado en el crucero del nuevo templo, pero debido a diversos imprevistos y los estragos de la peste de 1348, el trabajo fue interrumpido en 1357, y lo que encontramos hoy es el fruto de muchos años de arduo esfuerzo: la Catedral Nueva. Se consiguió aumentar la nave y el lado este, llamado el Facciatone, pero aún pueden verse restos de la ampliación fallida.

718Lateral del edificio. | FOTO: Mila Ojea

Las primeras noticias de este monumento datan de 1226, cuando la República de Siena hizo un presupuesto de costos y preparación de contratos para la construcción. La leyenda cuenta que está erigido sobre un hipotético templo de Minerva.

En el interior, la visión de la cúpula es un artesonado de fondo azul y estrellas de cobre bañadas en oro, además de seis estatuas doradas que representan a los seis santos de Siena. Hay que embelesarse. También destacan el púlpito de Nicola Pisano y una escalera con puente de acceso. En la nave izquierda está el altar Piccolomini y una biblioteca que nunca contuvo los libros para los que había sido creada, propiedad del Papa Pío II.

719Reinando en la Piazza del Duomo. | FOTO: Mila Ojea

En la parte trasera se halla el Altar Mayor cuyo tema principal es la adoración del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Sobre el coro veremos la vidriera más antigua de fabricación italiana, diseñada por Duccio di Bueoninsegna en 1287. Asimismo, en la capilla de San Giovanni Battista hay una impresionante estatua de San Juan Bautista, hecha por Donatello, y varios frescos de Pinturicchio. Las obras más sobresalientes son dos esculturas, San Pedro y San Pablo, de Miguel Ángel. Como ven, arte y religión se mezclan en un conjunto magnífico que provoca la admiración de cualquier mortal.

720Frontón principal. | FOTO: Mila Ojea

El suelo que pisamos aquí, hecho de incrustaciones de mármol, tardó nada menos que cinco siglos en crearse, y representa, mediante varios episodios o escenas con todo detalle, La Salvación en sus distintos aspectos, la revelación de las Escrituras, la Rueda de la Fortuna, el Sacrificio de Elías o la imagen de la loba de Siena amamantando a los gemelos Rómulo y Remo. Podríamos pasar días enteros estudiando todas y cada una de las escenas, estamos sobre una riqueza inconmensurable.

La fachada sólo puede ser denominada como una obra maestra. Es de mármol blanco con decoración rojiza en pináculos y cresterías además de bellísimos mosaicos. En el frontón principal puede verse una imagen de la Coronación de la Virgen, rodeada de un coro de ángeles. La Virgen está sentada en el mismo trono de Cristo, simbolizando a María como madre y esposa.

721Columna frente a la entrada. | FOTO: Mila Ojea

Para mí, su verdadera riqueza está en las esculturas, que en realidad tapan irregularidades y asimetrías, pero que a nadie importan ante una visión tan magnífica. Hay catorce figuras humanas en diferentes poses. La fachada miraba hacia el oeste cuando era todavía una basílica, en el siglo XIII. Fue el Papa -de origen precisamente sienés- Alejandro III quien consagró el edificio como catedral en noviembre de 1179.

Hay que rodear toda la construcción para ser verdaderamente conscientes del tamaño y la importancia de esta obra. Es admirablemente sublime. Detengámonos en los detalles: las gárgolas y santos que ocupan cualquier espacio disponible entre los portales por pequeño que este sea; la columna que sostiene a la loba alimentando a los futuros fundadores de la legendaria Roma, cuna de un imperio; las inmensas puertas de bronce que dan acceso y salida al visitante. Un espectáculo.

722Figuras y gárgolas. | FOTO: Mila Ojea

Sólo después de haberse abandonado a la belleza y haber sido testigos de la majestuosidad de la que son capaces los italianos, tendremos una imagen nueva de su carácter. Sin desmerecer otros factores como el invento de la pizza, por supuesto, que eso sí que es una obra de arte en todas sus variaciones. O la focaccia, o la lasagna, la piadina y el queso mascarpone, la mozzarella…

Por cierto, si se han quedado con la curiosidad de saber cómo acabó la historia de la mamma y el jovenzuelo hijo díscolo de Caltagirone, no se preocupen que hubo final feliz: se reconciliaron. ¡Santa Madonna!

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