sábado. 27.04.2024

OPINIÓN | El suicidio: la pandemia silenciosa

Campaña ministerio salud prevención suicidio
Línea de atención a la conducta suicida del Ministerio de Sanidad.

Los números nunca atraen. Pero, en esta ocasión, empezar con cifras tal vez sea la única manera de tomar conciencia de un grave problema de salud pública de consecuencias devastadoras para toda la sociedad. Y tal vez, si a alguien que pueda llegar a leer estos renglones la temática no le fuese de su interés y no mereciese más que unas pocas líneas de su atención, sean estas suficientes para, al menos, hacer llegar el mensaje.

En España, en el año 2021, se han superado por primera vez los 4.000 suicidios. Galicia es la segunda comunidad con la tasa más elevada de suicidios

En España, según los datos más recientes publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes al año 2021, han fallecido por suicidio una media de 11 personas al día (más del doble de víctimas que por accidentes de tráfico). Se han superado, por primera vez, los 4.000 suicidios; convirtiéndose en el mayor número registrado en la historia de España desde que se tienen datos (año 1906), con una tendencia que seguirá al alza en el 2022 (según datos provisionales avanzados por el INE).

El suicidio de niños menores de 15 años se ha duplicado con respecto al año anterior. Entre los 15 y los 29 años el suicidio es la principal causa absoluta de muerte (por delante de los accidentes de tráfico y los tumores). En el global de edades, el suicidio es la principal causa de muerte no natural en España. A las muertes por suicidio hay que añadir los intentos y la ideación suicida, existiendo según la Organización Mundial de la Salud (OMS) una media de 20 intentos por cada suicidio. Galicia es la segunda comunidad con la tasa más elevada de suicidios por detrás de Asturias y dobla a la media europea, siendo Lugo la provincia española con la tasa más elevada de toda España.  

Un grave problema de salud pública de consecuencias devastadoras para toda la sociedad

Los números no atraen. Pero estos números son personas, familias enteras muertas en vida. Son nuestros jóvenes, cada vez más y a edades más tempranas, nuestros hijos, hermanos, parejas, amigos, nuestros padres y madres. No son números. Es una realidad que nos vulnera y observa desde mucho más cerca de lo que creemos o queremos ver. Y casi nadie lo vio.

Hizo falta el ruido de una pandemia mundial como la del COVID-19 en la que hemos estado inmersos durante tres años para que otra pandemia, silenciosa hasta ahora, nos explotase en la cara.

Es urgente que la atención a la salud mental no dependa de las posibilidades económicas de los pacientes abocados a recurrir a un profesional privado

El caldo de cultivo ya existía y algunos de los cambios sobrevenidos de aislamiento social, pérdida de empleo, crisis económica, duelos no permitidos, cambios bruscos en los roles y dinámicas familiares, enfermedad, interrupción de los tratamientos de enfermedades físicas y mentales y/o retraso en el inicio de los mismos (ej., cáncer, depresión, ansiedad), así como el aumento del consumo de drogas y alcohol, son también factores de riesgo para el suicidio que siguen estando muy presentes.

Y es que, aunque es frecuente que un suicidio sea la consecuencia última y más grave de un trastorno mental, principalmente la depresión, cuya prevalencia en Galicia es la más alta de toda España, y que es a día de hoy la primera causa de morbimortalidad mundial, no siempre es así. La OMS advierte de que muchos casos se dan en personas que lo cometen impulsivamente en situaciones de crisis en las que su capacidad para afrontar las tensiones de la vida está mermada. La pandemia ha sido la gota que ha hecho rebosar el bidón.

La realidad asistencial de la sanidad pública, a día de hoy, es que son escasos y/o faltan profesionales especialistas

España no dispone, a día de hoy, de ningún plan o estrategia específica estatal para la prevención del suicidio quedando a expensas de lo que cada comunidad autónoma haya elaborado, de ser el caso. Cabe destacar también, que en España hasta la actual convocatoria MIR 2023 no existía la especialidad de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia (al igual que en Bulgaria y Albania). Con respecto a Galicia, el Sergas publicó en el año 2017 su “Plan de prevención del suicidio en Galicia” y a raíz de la pandemia elaboró el “Plan de salud mental de Galicia posCovid-19 periodo 2020- 2024”.

Este plan permitió que el SERGAS cuente con seis unidades de atención a personas en riesgo de suicidio. La unidad creada para dar cobertura al distrito sanitario de Ourense, Verín y O Barco de Valdeorras fue pionera, con un modelo de referencia estatal.

Es imprescindible mayor inversión en salud mental y en investigación; impulsar e implementar una atención a la salud mental real y universal

Si bien es cierto que algunas de las estrategias están siendo iniciadas o se está preparando la logística necesaria para implementarlas, la realidad asistencial de la sanidad pública a día de hoy es que son escasos y/o faltan profesionales especialistas (ej., psicología, psiquiatría, enfermería de salud mental). Así mismo, será preciso reforzar la formación de médicos y enfermeras generales para reconocer los trastornos mentales más comunes, tratarlos y poder atender la acuciante demanda; pero, sobre todo, para detectar a quienes pueden estar en situación de riesgo o vulnerabilidad, pero no solicitan ayuda de forma directa.

El suicidio, aun tratándose de un grave problema de salud pública, se puede prevenir. Que esta pandemia silenciosa, que ahora está causando demasiado ruido, pueda algún día callarse para siempre.

Es imprescindible mayor inversión en salud mental y en investigación. Es primordial que los profesionales que tienen la oportunidad y el poder que les confiere ocupar puestos de responsabilidad dentro de la sanidad pública sean promotores y garantes de impulsar e implementar una atención a la salud mental real y universal. Es urgente que la atención a la salud mental no dependa de las posibilidades económicas de los pacientes abocados a recurrir a un profesional privado, que en muchos de los casos también están desbordados con agendas cerradas y/o listas de espera de varios meses.

El suicidio, aun tratándose de un grave problema de salud pública, se puede prevenir mediante intervenciones oportunas, basadas en la evidencia y, a menudo, de bajo coste. Nadie estamos libres. Todos podemos ser víctimas de esta lacra. No juzguemos. No estigmaticemos ni impongamos tabúes añadiendo más sufrimiento. Que esta pandemia silenciosa, que ahora está causando demasiado ruido, pueda algún día callarse para siempre.

Fuentes:

OPINIÓN | El suicidio: la pandemia silenciosa
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