viernes. 03.05.2024
Herminio Gil Muleiro, en una imagen reciente.
Herminio Gil Muleiro, en una imagen reciente.

Estaba pasando unos días en Villaza (Monterrei) y decidió cruzar la península -para él lo de viajar era un chiste- hasta Marbella. Lo esperaba un buen amigo. Cenando le sobrevino el infarto que acabó con su vida, la de un visionario sin miedo que supo y quiso embarcarse en proyectos -siempre- de muy altos vuelos.

Herminio Gil Muleiro es el padre de la gran revolución que experimentó el sector del turismo en la década de los noventa en España. Y también, además de los tres hijos fruto de sus dos primeros matrimonios -hubo un tercero-, de "Curro", ese currante capaz de ponerse el mundo por montera y viajar al Caribe a precio de extra de julio, cuando tan solo años antes tales lujos estaban únicamente reservados a las grandes carteras y fortunas. 

Juan José Hidalgo le propuso enrolarse en su holding siendo Muleiro su guía en un viaje por Suráfrica. Tardó en darle el sí, pero acabó haciéndolo. Y convirtió al salmantino en el magnate del principal grupo de agencias de viajes del país, al que seguirían líneas aéreas, hoteles y toda industria que con el sector tuviese ligera vinculación.

Y también lo hizo bodeguero, de Ribera del Támega. Fue allí donde quien suscribe tuvo el placer -y el canguelo- de conocerle. Entró en aquella oficina como un huracán. Acababa de bajarse de un clase S de Mercedes negro impoluto con chofer de traje oscuro y gorra. Puso firme a "Santi" Cid Harguindey, el gerente y también socio, que le cedió la silla del despacho nada más verle entrar. Despacharon lo justo, hicieron los honores de la presentación -"¿y el chico de atrás quién es?"- y bajaron a probar el godello en la casita del hórreo trasera. 

Herminio Gil era un torbellino. Tenía un ímpetu brutal, por ello ningún negocio le imprimía respeto. De la vieja Cooperativa de Monterrei, con Juan José Hidalgo también como partícipe, salieron los primeros benjamines de aquel proyecto para servir en los vuelos de Air Europa. En 1998, aquellos que volaban con la aerolínea bebían godello de Monterrei. Porque Herminio, y así lo destacan todos, también su familia, "nunca dejó de lado a su tierra, siempre quiso mucho a Verín". 

Eran los años de la brutal expansión de Globalia, de la puesta en marcha del sistema Amadeus por todas sus agencias -sus trabajadores seguro que saben de qué hablo-. Muchos verinenses iban de la mano de Herminio por toda España, diseñando y montando sus oficinas o levantando sedes -que le pregunten a un arquitecto metido a alcalde-.

Fue uno de los visionarios del mundo empresarial español, capaz de revolucionar un sector anquilosado y reservado para pudientes. Seguro que aún lo echan de menos en Halcón Viajes -nada volvió a ser igual sin él, aunque algunos lo deseaban fuera-. Tras su salida aún le quedaron ganas de poner en marcha otra agencia de viajes -Viva Tours- y un par de líneas aéreas -vaya, como quien abre un puesto de perritos calientes-. Y no contento, con algún revés a las espaldas, siguió innovando. Y volvió a pensar en Verín: su Pazo do Carregal -la industria agroalimentaria levantada en la vieja lonja verinense- surtía a los Espazos Enxebres de Madrid, Marbella o Mallorca. El proyecto no llegó a cuajar pero... ¿Importaba? Gil Muleiro estaba acostumbrado a tropezar y levantarse todavía con más fuerza. Seguro que camino de Marbella se hartó de maquinar en dos o tres iniciativas más, algunas ya en marcha con algún socio verinense. 

Generoso, con gran apego a los amigos y a las grandes celebraciones, muy familiar y siempre controvertido, deja un buen rastro de amigos -"había que conocerle bien"- y un grandísimo legado empresarial. Millones de españoles viajaron, viajan y lo harán mucho más barato gracias a su visión. Deberían estarle muy agradecidos. Y todos los verinenses, orgullosos. 

Herminio Gil Muleiro será despedido en la Iglesia Parroquial de Verín, este jueves, a las 17:00 horas, a donde llegarán sus cenizas desde Marbella

  

OBITUARIO | Herminio Gil Muleiro, el "halcón" verinense de los viajes