sábado. 27.04.2024

OPINIÓN | Tarde, mal y a rastras

alcantarilla Albarellos 20231218
El Ayuntamiento de Monterrei ha tardado 62 días en cerrar la zanja abierta para arreglar la avería en la alcantarilla de la Calle de la Iglesia, en Albarellos.

Al echar la vista atrás y pensar en algunos de los despropósitos que la administración ha llevado a cabo, y hablo con conocimiento personal directo ya que me refiero únicamente a hechos que me han pasado a mí en estos dos últimos años, me asalta una duda tan afilada como difícil de contestar cabalmente: ¿qué les pasa a esos gestores de lo público que, ya sea por desoír lo que se les dice, ya sea por pura desidia, dejan pasar largos e inaceptables períodos de tiempo antes de resolver aquellas cuestiones que sólo les competen a ellos?

Hablo principalmente de pagos y de servicios que o no se hacen o se hacen tarde, mal y a rastras.

¿Se puede aceptar que un ayuntamiento pague con entre 8 y 18 meses de retraso un servicio que se le hace?

 

¿Cómo se explica que la Consellería de Educación y Ordenación Universitaria de Galicia convoque oposiciones, obligue por sorteo público a un elevado número de funcionarios a ejercer de tribunales (privándonos de un mes de vacaciones, sometiéndonos a una enorme carga de trabajo, con mucha responsabilidad y un nivel de burocracia que roza lo kafkiano), y que además de todo esto nos obligue a adelantar jugosas cantidades de dinero (en algunos casos 3.000 euros) para cubrir los gastos de desplazamiento y manutención durante ese mes de trabajo extra, y que luego, en noviembre, “se les acabe el dinero” (palabras textuales) y nos tengan esperando hasta marzo del año siguiente para recuperar el dinero adelantado?

Es como si yo hago obras en mi casa y, a la hora de pagar, digo: espere, señor albañil, le pago cuando vuelva a tener dinero

 

¿Acaso se puede hacer peor si no es adrede? ¿Acaso nosotros, los ciudadanos, podemos permitirnos el lujo (y la vergonzosa irresponsabilidad, dicho sea de paso) de solicitar unos servicios, saber de antemano el gasto que supondrá, y luego tardar meses en pagar (y hablamos de un pago que se hace con las partidas del dinero del año siguiente, con lo que la pelota amenaza con aumentar).

Que no digo yo que la cosa sea a mala fe, pero creo que cuando aquellos que gestionan lo público no atienden a la ciudadanía no están cumpliendo satisfactoriamente con su cometido

Es como si yo hago obras en mi casa y, a la hora de pagar, digo: espere, señor albañil, le pago cuando vuelva a tener dinero.

¿Se puede aceptar que un ayuntamiento pague con entre 8 y 18 meses de retraso un servicio que se le hace? ¿Cómo ocurre eso? ¿Qué sucede con un dinero que se supone que se necesita, se presupuesta y que luego, a la hora de pagar, no se tiene? ¿Qué pasa con él? ¿Qué criterio rige los tiempos de pago?

Debemos concienciarnos de que el servicio a la ciudadanía es prioritario

En otro orden de cosas, ya no hablando de dinero sino de servicios públicos (me refiero a las obras municipales), ¿cómo es posible que se dejen pasar casi tres meses desde que se recibe la noticia de la existencia de una avería en una alcantarilla, y que provoca la pérdida diaria y continua de ese bien tan escaso que empieza a ser el agua en Albarellos de Monterrei, hasta que finalmente se abre una obra para cerrar esa pérdida (pero no se cierra la obra)?

Han transcurrido 62 días desde que en la puerta de mi casa, en la calle de la iglesia (Albarellos), abrieron una zanja, amontonaron los adoquines, y pusieron la señal de obra, hasta que finalmente se dignaron a cerrar ese agujero; una obra que no requería muchas horas, pero sí unos obreros, cuyo contrato había terminado en septiembre (cuando arreglaron la fuga de agua), y que no se sabía cuándo volverían a ser contratados, motivo por el que, tras dos visitas al ayuntamiento de Monterrei, dos artículos en prensa y varias peticiones (alguna por escrito y con entrada en registro), tuvimos la suerte de que nos deshicieran el entuerto.

Lo público es de todos, y eso no significa que sea de nadie sino justo lo contrario

Que no digo yo que la cosa sea a mala fe, pero creo que cuando aquellos que gestionan lo público no atienden a la ciudadanía no están cumpliendo satisfactoriamente con su cometido. No se puede tener a la gente esperando para cobrar, no se puede dejar una calle dos meses con un boquete que afecta a los vecinos de cuatro casas, no se puede girar la cabeza a otro lado o, aunque se escuchen las peticiones, posponer su resolución.

Lo público es de todos, y eso no significa que sea de nadie sino justo lo contrario. Merecemos un respeto como ciudadanos contribuyentes que somos, que cumplimos los plazos, que gestionamos nuestros ingresos para poder satisfacer los gastos que asumimos.

Debemos concienciarnos de que el servicio a la ciudadanía es prioritario, y de que no se puede jugar ni con el dinero, ni con el tiempo, ni con la salud de los demás. No podemos permitir en modo alguno que quienes gestionan lo hagan tan mal, tan tarde y tan a rastras. 

David Rodríguez Rivada.

OPINIÓN | Tarde, mal y a rastras
Comentarios