sábado. 20.04.2024
La verinense, con uno de los drenajes tras la intervención.
La verinense, con uno de los drenajes tras la intervención.

Una joven verinense ha emprendido acciones, también de índole legal, contra la matriz de una clínica de estética con delegación en la capital ourensana, por haber perdido su pecho izquierdo después de una sencilla intervención quirúrgica de reducción del mismo. Lo que en un principio era una simple operación reductora, acabó convirtiéndose, por una aparente mala praxis en el seguimiento posterior, en todo el calvario que todavía sufre: la extirpación total de su mama en el hospital de Verín y las reconstrucciones que ahora está padeciendo y que todavía no le han devuelto, ni de lejos, al estado ideal que ella pretendía. 

Su calvario, como ella misma relata, comenzó el pasado 8 de julio de 2021. Era su primera cita en la clínica estética, en Ourense. Le atiende una asesora, quien le explica que su intervención de reducción de pecho no presenta inconveniente alguno y que es perfectamente apta para someterse a ella. "Yo, en todo momento, hice referencia a que ya me había sometido a otra intervención anterior hace años. Sin embargo, no lo tuvieron muy en cuenta y ni tan siquiera llegaron a hacerme una mínima exploración", relata a esta redacción. 

Consulta previa por videollamada

Formaliza toda la tramitación burocrática, abona el importe de la operación y fijan la fecha de la misma para 12 días después, el 20 de julio de 2021. Su primera decepción llega ocho días antes, el día 12 de julio. Se desplaza desde Verín a la capital ourensana para una "aparente cita personal con la cirujana que me va a intervenir. Sin embargo, y para mi sorpresa, me atiende por videollamada comiendo un bocadillo desde un bar y lo único que me pregunta es si quiero o no una prótesis. En ese momento se me pasó por la cabeza desistir, pero acabé dándoles un voto de confianza que se ha vuelto en mi contra. Nadie me informó de los riesgos, de los posibles efectos secundarios de la intervención y, mucho menos, de que el seguimiento y control postquirúrgico no iba a estar en manos de un médico o un cirujano", señala nuestra protagonista quien, por el momento, prefiere mantener el anonimato. 

El maldito día "D"

El día "D" llega. Ingresa a las 14:30 horas del 20 de julio de 2021 en un centro médico y hospitalario privado de la capital ourensana. Su intervención comenzaría dos horas después. Llevaba en ayunas desde el día anterior y a las 15:30 horas le proporcionan un tranquilizante para entrar, con carácter inmediato, a quirófano. Sin embargo, su hora no llega. Es la paciente quien contacta con su enfermera de referencia -en nómina por la clínica estética- casi cuatro horas después de la fijada para el comienzo de su operación. La profesional responde a su mensaje "asegurando que había una urgencia en el hospital y que su intervención iba con retraso. En ese momento pedí anular todo y, casi inmediatamente, se personó la cirujana en la habitación -"de muy malas maneras", precisa- para pedirme tranquilidad", detalla. 

Finalmente, llega su hora, son las 23:00 de ese 20 de julio. Abandona el quirófano a las 2:00 horas del ya 21. Cuatro horas más tarde, esta verinense refiere a la enfermera del centro hospitalario un notable dolor y ella "me confirma que no habían dejado pautada la medicación. Por su cuenta me dio un Paracetamol y un Tramadol", apunta. El día 22 de julio es la enfermera adscrita a la clínica estética que había contratado los servicios del hospital privado la que la visita: "Me saca los drenajes de la operación y me da el alta, sin que me viese ningún médico. Le pregunté qué tal había ido todo y me dice que en la mama izquierda tenía un hematoma lateral porque hubo un pequeño sangrado y que se pondría un poco más morada", recuerda la paciente. 

Ya en casa, esta verinense aprecia que la diferencia de tamaño y la asimetría entre los dos pechos "es descomunal. El pecho izquierdo era mucho más pequeño. Me quito las tiritas que me habían puesto porque estaban todas llenas de sangre y sucias. Así se lo digo a la enfermera de la clínica estética y me pide, ese mismo día, que me desplace a Ourense a poner otras", cuenta. 


Un día después, el 23 de julio, nuestra protagonista llama para informar de su cuadro febril y diarreico, a lo que le responden que "es normal". El día 28 de julio acude a la revisión "con la enfermera, como siempre, ya con muy mal aspecto en el pezón. Le comento a la enfermera que esas tiras están impidiendo el riego sanguíneo y dañando los tejidos. Sin embargo, ella me advierte que es la cirujana la que pide que tienen que llevarse 15 días puestas y me las vuelve a colocar", comenta. 

Ingreso de urgencia en el hospital comarcal

Aún así, la enfermera remite las imágenes a la cirujana por móvil y, finalmente, ésta accede a que le retiren esas tiras que estaban oprimiendo su pecho. "El día 6 de agosto -relata la paciente-, el pezón del pecho izquierdo ya está totalmente necrosado. Dos días después, con muchísima fiebre y un dolor inaguantable, decido acudir al hospital público de Verín. En Urgencias, una cirujana confirma la necrosis. Me dicen que tengo que volver al quirófano para retirar el tejido muerto pero que intentarán salvar el pecho con limpiezas diarias", relata. 

La mama izquierda, con una clara necrosis en su pezón, poco antes de ser amputada.
La mama izquierda, con una clara necrosis en su pezón, poco antes de ser amputada.

 

Finalmente, se confirma el peor de los presagios y nuestra protagonista pierde uno de sus pechos el 2 de septiembre: "El día 31 de agosto me informan de la necesidad de hacer una mastectomía total, vista la mala evolución de la herida y de que el tejido necrosado -muerto- había avanzado hacia el interior". Aún quedaría una última intervención el 14 de septiembre, también en el hospital de Verín, "para cerrar la piel que se consiguió salvar tras la mastectomía", precisa. 

Secuelas físicas y psicológicas

Y no sería la última. Nuestra protagonista lleva tres cirugías más de reconstrucción mamaria, y varias consultas con profesionales de la psicología y psiquiatría porque "a mí casi me destrozan la vida. Soy una profesional autónoma, con hijos. Para cualquier mujer el simple hecho de perder un pecho es ya de por sí un verdadero trauma pero, conmigo, además, y todo por una total falta de seguimiento de mi intervención, casi me envían al hoyo. La infección era de un calibre enorme y gracias a los cirujanos del hospital verinense puedo estar ahora contándolo. Ahora, además de buscar justicia, quiero que la gente conozca el grado de profesionalidad que tiene esta clínica de la que nunca me debí fiar", concluye este verinense de 38 años, quien ha comenzado a contar su historia también en redes sociales. 

 

Una verinense pierde un pecho por una supuesta mala praxis cuando solamente quería...