sábado. 27.04.2024

OPINIÓN | La vida es ella

Belén Cortés, farmacéutica, en su primer día de trabajo de su otra nueva vida. Sí, la foto es un robado de libro.
Belén Cortés, farmacéutica, en su primer día de trabajo de su otra nueva vida. Sí, la foto es un robado de libro.

Sí, no hace falta ser muy lumbrera para reconocer en el titular de este texto -al que no he conseguido todavía encuadrar del todo- al título en castellano de una conmovedora película italiana, quizás la más aclamada internacionalmente, y de profundísimo mensaje: "La vida es bella". El filme, dirigido y protagonizado por Roberto Benigni, tiene, como la mayoría de todos vosotros sabréis -y si no os la recomiendo- dos partes tremendamente diferenciadas. La primera de ellas arranca en tono divertido, alegre, cómico. Nadie puede llegar a sospechar el dramón que se nos viene encima. La segunda fija el objetivo de la cámara en la perseverancia de un padre en hacer ver a su hijo, en tonos mucho menos ocres, una realidad crudísima.

Su banda sonora, qué he de decir, aunque repetitiva, todavía me encandila. Sí, soy un fan de póster de ese largometraje que nos hace ver la belleza incluso donde hay horror y en el que su protagonista no se da nunca por vencido porque tiene algo por lo que luchar, que le trasciende

Belén Cortés se incorporó esta misma mañana de feria 11 de septiembre a su plaza de farmacéutica en la botica de D. Alejandro Cid Rodríguez-Toubes, que le dieron en llamar "Nueva". Me consta que alguna lagrimita soltó, que se hartó de recibir felicitaciones y hasta puede que algún ramo o plantita para darle la bienvenida a su puesto de trabajo, que abandonó por uno de esos diagnósticos que a todos nos encogen el alma cada vez que nos lo nombran.

En los 12 primeros meses de su otra vida, tejió, cosió, cocinó -pobres padres-, decoró alacenas, adoptó un perro, montó un jardín japonés en casa, descubrió la kizomba, el mundo de la peluca de mujer pero, nunca, nunca, dejó de sonreír. Acabó convirtiéndose siempre en la reina de los saraos de los integrantes de ese grupo de Whatsapp creado al efecto para intentar distraerle la mente -no hizo mucha falta-. Para muestra, uno de los comentarios con los que recibió a una de las integrantes que presta sus servicios en una funeraria nada más sentarse en una de las primeras cenas: "Non virás xa a por min". 

Nos equivocamos creyendo que debíamos estar ahí. No hizo falta. Ella tuvo muy claro desde el minuto uno que las batallas se libran para ganarlas y que la vida nos ofrece uno y mil motivos cada instante para aprovecharla al máximo, por muy del revés que nos ponga un diagnóstico inesperado. 

Ha sido el mayor y más cercano ejemplo de como lidiar con la adversidad propia, indeseada y de lo más inoportuna. Nos ha dado un repasito enorme a todos aquellos que gruñimos a la mínima por minucias. Y lo hizo sin perder su amplia sonrisa y, mucho más encomiable aún, contagiándola en cada nueva sala de consulta que pisaba. Hoy se protegía bajo una mascarilla. La cámara no ha conseguido captarla. Pero les garantizo que sí estaba. 

Enhorabuena Belén por esa vuelta a tu vida. 

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