sábado. 27.04.2024
Isabel Gamote, cerca de la que fue su casa, en A Bemposta.
Isabel Gamote, cerca de la que fue su casa, en A Bemposta.

Era un domingo, este de Ramos, sin excesivas pretensiones. Cobertura en directo de la procesión desde San Lázaro, subir las siempre formidables imágenes que nos brinda Anabel y su cámara, y alguna que otra película vespertina de las de Antena 3 o La 1. Sin embargo, un folio blanco rellenado a modo de esquela y clavado en la pared del centro de día de Verín -si yo fuese su directora mandaría retirar su soporte-, lo cambió todo. 

Lo primero que me llamó la atención fue la localidad: A Bemposta, la mía natal. La segunda, que era la viuda de "O Fragas". Solo así pude reconocerla, porque nunca llegué a llamarle por su nombre de pila. 

Es muy curioso comprobar como uno no es siempre del todo consciente del afecto que le podemos guardar a personas que han protagonizado buena parte de tu infancia y de las que llevabas décadas sin saber... Y lo eres cuando un halo de nostalgia salpimentada de tristeza te recorre a plena luz de mediodía.  

"A Zabeca", sentada en el "cruceiro" de la capilla de San Antonio, en A Bemposta.
"A Zabeca", sentada en el "cruceiro" de la capilla de San Antonio, en A Bemposta.

"A Zabeca" ha sido la última de los integrantes de la casa de los cuatro cuñados en decirnos adiós. Bajo el techo de la vivienda con pared medianera a la de mi primer domicilio vivieron dos hermanos casados con otros dos -él (Manuel, hermano de Teresa) con ella, y ella (Teresa) con Domingos, hermano de Isabel-, y se criaron cuatro hijas de estos dos últimos y un buen puñado de nietos, sobre todo en verano.

Con uno de estos últimos, Jordi, forjé una gran amistad que empezó a diluirse a medida que comenzamos a aburrir las bicicletas. Pero, hasta entonces, su casa de estío era la mía por las tardes y no pocas horas bajo aquella higuera próxima a la cocina consumimos juntos, con "A Zabeca" como tutora accidental. Mi madre llamaba hasta en siete ocasiones desde el otro lado del muro para que me recogiese, y yo, rebelde, le obligaba a personarse "na aira". "A Zabeca", cómplice ella, me abría las dos puertas de la bodega para que servidor se colase y llegase a casa antes que mi difunta, sin cruzarnos ninguno de los dos por el camino.


Así era "A Zabeca". Solamente le levantaba la voz a su "Fragas" cuando éste se pasaba con el vino. Pero no la recuerdo enfadada, ni mucho menos ajusticiando el comportamiento de alguno de sus sobrinos nietos cuando se pasaban de frenada con su travesuras -o a mí mismo-. 

Mi abuela Rosa y Cándida eran de tertulia diaria y de varias horas. Aunque "O Xastre" era mi tío "Paco de Bustelo", cuñado de la primera; ellas dos cortaban trajes a destajo, tarde sí y otra también. Nunca les escuché una mala palabra de "A Zabeca". Nunca las hubiese merecido. Era la mujer trabajadora, abnegada, dedicada, diría que hasta delicada, y siempre cordial. Quizás era ella la perfecta amalgama de esa casa de los cuatro cuñados que hoy se ha quedado ya vacía del todo y para siempre. 

Puede que su mundo, el de "A Zabeca", se redujese a una pequeña localidad de poco más de 40 vecinos en sus años más felices. Pero dejó gran pegada en la infancia del primero de los dos nietos "da Rosiña" nacidos al otro lado de aquella pared medianera, como seguro también en la amplia familia que hoy la despidió.

Isabel Gamote Fernández "A Zabeca" recibió este domingo de Ramos sepultura a sus 98 años. Descansa ya al lado de Manuel García "Fragas", su esposo, y de su hermano Domingos y su cuñada Teresa; en O Hospital (Vilardevós).
 

 

OBITUARIO | Isabel Gamote Fernández "Zabeca"