FOTOGALERÍA | La crónica del quinto aniversario de Solleira, por el violonchelista invitado

FOTOS: Noelia Caseiro.
Varios de los usuarios del centro de día, escuchando la actuación de la Miniband del Conservatorio.
Personal del centro recibiendo a familiares de sus usuarios.
Del grupo de Gobierno local estaban Diego Lourenzo, Rosario Rodríguez, Cándida Couñago, Samanta Barreira y Uxío Quintas.
Dentro de Solleira también hubo pasacalles.
David Rodríguez se trajo su violonchelo a Solleira.
La soprano Isabel Cota.
Entre pequeños músicos, usuarios mayores, personal, familiares e invitados, el centro de día Solleira estaba al completo.
Tras las actuaciones musicales, llegó el momento del ágape.
El equipo de Solleira al completo, con la tarta de su quinto cumpleaños.
Carmen Fernández, Chelo Ferreiro -la directora, con sus progenitores-, y Jerónimo Ferreiro.

Este viernes el Centro de día Solleira cumplió cinco años de existencia, y lo celebró por todo lo alto.

En un entorno acogedor, festivo y a la vez familiar, los asistentes pudimos disfrutar del talento indiscutible que hay en Verín, escuchando el variado e interesante repertorio que tocaron los alumnos y alumnas más pequeños del conservatorio profesional de música de Verín, otro referente en lo que toca a compromiso con la cultura y a la lucha por el derecho a recibir una formación musical profesional reglada de nuestros niños y niñas.

Miguel Ángel Guerra a la batuta y todos estos artistas, concentrados pero relajados, disfrutando, esforzándose y demostrando lo aprendido, nos regalaron música de esa que nace ante uno: fresca, llena de ilusión pero interpretada con el rigor de quien no se conforma con cualquier cosa.

Todo un ejemplo a seguir, en consonancia con la realidad cotidiana de este fantástico centro, que cada día nos asombra con actividades de todo tipo orientadas a que nuestros mayores sigan activos, acompañados, bien atendidos y, además, queridos.

Unos y otros, niños y ancianos, son a su manera los dos extremos del arco vital que transitamos.

Pero estaría fatalmente equivocado quien considerase que los niños están exclusivamente llenos de futuro, como boceto o anticipo de un adulto, y también estaría muy equivocado quien considerase que nuestros mayores están llenos sólo de pasado, a la espera de lo inevitable.

Ayer aquí pudimos ver que, en Solleira, saben perfectamente que niños y ancianos están, también, llenos de presente. Y por eso ayer pudimos escuchar cómo los niños, sin dejar de serlo, fueron también músicos profesionales, capaces de hacer recordar a nuestros mayores que la música tiende puentes que el calendario es incapaz de derruir.

Ayer fuimos testigos de ese MARAVILLOSO, infrecuente pero también imprescindible diálogo entre unos y otros, niños y ancianos, y por supuesto entre todos los demás.

David Rodríguez Rivada