OBITUARIO | Pegerto, el relojero dueño del tiempo

Un nombre que no necesita apellido

Por Daniel Fernández-Novoa Pérez 

Hay nombres que no necesitan apellido. Podría ser perfectamente el de una marca de relojes, como Omega o Rolex: Pegerto. Los que conocimos su taller en la Rúa da Cruz podíamos contar que era como un personaje sacado de un escenario de la película "Delicatessen", o de alguna de animación de Walt Disney. O incluso de Blade Runner. Con Manolito Reigada, el del kiosko, formaban el tándem perfecto. Maestro y ayudante. Ellos arreglaban los relojes de todas las muñecas de Verín, de los de las iglesias, pero también de los muchos que presidían salones de las casas verinenses. Emblemático en un tiempo en el que las calles se conocían por los negocios en ellas establecidos. La Rúa da Cruz era la de la farmacia del Benitín, el Benfica, la María Rosa, el Noguerol, el Pegerto, el Nené... Su gran amigo y confidente. 

Decir Pegerto en Verín era casi también establecer una particular "unidad del tiempo": "Tardache máis que o Pegerto en casarse". 

Descanse en paz, Pegerto, y nuestras condolencias a su esposa, al fin, Canducha. 

Y el tic tac de la calle de la Cruz se detuvo...

Por Jorge Godás

Las imágenes de la infancia son las que permanecen a lo largo del tiempo y Pegerto, con su inseparable Manolito, es una de esas imágenes que ha permanecido en mi memoria y en la de muchos verinenses.
En un portal de la calle de la Cruz, a la entrada, del lado izquierdo, allí trabajaban a diario como un capitán y su grumete en ese mini submarino donde se escuchaban cientos de latidos mecánicos en una especie de caos rítmico. Ese lugar de trabajo, siempre me ha recordado a la película "Delicatessen", una imagen retrofuturista con Pegerto y su monóculo y sus herramientas de precisión.
Lo recuerdo como una persona buena, paciente y amable.

Descansa en paz, Pegerto, ahora eres el dueño del Tiempo.