martes. 16.04.2024

Licencia para embarazarnos

ana
La sexta mejor del mundo en triple salto, la deportista gallega Ana Peleteiro. | FOTO: Emilio Naranjo / EFE.

Esta semana un titular en la sección de deportes —que no suelo leer, lo reconozco— llamó mi atención. Después de leída la noticia, la atención se transformó en indignación… y ya sabéis lo que suelo hacer yo cuando me indigno. Exacto. Escribir.

En una colaboración anterior ya hablé un poco sobre el deporte y lo invisibles que somos las mujeres en él. Esta vez la noticia es el reciente acto en el que la atleta gallega Ana Peleteiro —sexta del mundo en triple salto— reveló que su patrocinador, Adidas, incluyó, o mejor dicho, no incluyó, una cláusula que penalizase un embarazo. Ana explicó que su deseo es ser madre a corto plazo y en contraposición con otras grandes firmas que tuvieron sonados contenciosos con deportistas de primer nivel por sus maternidades, la suya le ha contestado que no habrá ningún problema si se queda embarazada y no compite, que no va a repercutir para nada en su contrato.

Bueno, parece que por fin, algo está cambiando. Pero, como siempre, somos nosotras, las mujeres, las que tenemos que levantar la voz y decir: “¡Hasta aquí!”.

El caso más reciente y sonado fue el de Allyson Felix con Nike, en el que la firma quiso rebajarle un 70% su aportación económica, cuando ésta anunció su embarazo. Allison no tragó y denunció su situación.

    —“Si yo, una de las atletas más comercializadas de Nike, no puedo conseguir esas protecciones, ¿quién podría?”

Allyson cambió de patrocinador y fichó por la marca femenina Athleta, dejando plantada a Nike, que tiempo después, —¡ay la reputación!— entonó el “mea culpa” y rectificó su error. Pero antes de eso Allyson tuvo que echarle “un par” y plantarse ante un gigante.

Esto me lleva, una vez más, a recordar como las mujeres tenemos que llevar la carga y la culpa de nuestra maternidad y plantearnos como una decisión tan personal y con tanto impacto en nuestras vidas puede afectar a nuestro desarrollo profesional

Esto me lleva, una vez más, a recordar como las mujeres tenemos que llevar la carga y la culpa de nuestra maternidad y plantearnos como una decisión tan personal y con tanto impacto en nuestras vidas puede afectar a nuestro desarrollo profesional e incluso al clima laboral de nuestra empresa.

Hace unos meses, durante una de las formaciones que imparto sobre Igualdad de Género en las empresas, uno de los asistentes se mostró bastante molesto cuando mencioné el tema de la maternidad y la discriminación que sufríamos las mujeres por este motivo. Les conté, además, mi propia experiencia personal, puesto que yo misma fui despedida cuando comuniqué mi primer embarazo.   

Como vi que se revolvía cada vez más en el asiento le pregunté directamente. Juan, vamos a llamarle así, me contestó que hace unos años, en una empresa en la que trabajaba, eran un equipo de unas quince personas, mitad hombres, mitad mujeres y que no existía discriminación alguna, al contrario.

    —¡Fíjate tú!, —me dijo indignado— que cuatro de mis compañeras se quedaron embarazadas casi a la vez y nosotros, los hombres, tuvimos que hacer su trabajo cuando se quedaron de baja. ¡Y no nos quejamos! ¡Aún por encima! ¡Ellas se quedaron en casa y nosotros a trabajar el doble!

Respiré hondo, lo juro, y le contesté con el tono más amable del mundo, os lo vuelvo a jurar.

Hasta donde yo sé, una mujer no se embaraza sola, creo que vosotros tenéis, en la mayoría de los casos, mucho que ver con el asunto

    —Ya, Juan, —volví a respirar— pero fíjate en una cosa, tus compañeras no tienen la culpa. La culpa es de la empresa que no cubre sus bajas maternales ¿no crees? —como Juan me ponía caras, continué— además, hasta donde yo sé, una mujer no se embaraza sola, creo que vosotros tenéis, en la mayoría de los casos, mucho que ver con el asunto.

El debate siguió y dio para mucho, pero sobre todo, dio para saber y darnos cuenta de que la discriminación sigue sin percibirse como tal, que tenemos normalizadas situaciones que a todas luces son una carga injusta, como esas famosas cláusulas “antimaternidad” que se incluyen por norma en los contratos de las deportistas femeninas. Es como si incluyes una cláusula anti lesiones, un despropósito. Y es curioso también, que estas cláusulas antiembarazo estuviesen permitidas y que ni los sindicatos ni la inspección laboral se hayan preocupado nunca de ellas. Es injusto, lo mires por donde lo mires. 

Pero luego las exageradas somos nosotras, las que nos inventamos los techos de cristal y la discriminación que nos supone, por ejemplo, ser madres. Leer noticias como esta me remueve, pero en este caso voy a verle el lado positivo y es que, poco a poco, damos pasos al frente. Poco a poco empezamos a enfrentarnos y a decir basta. Poco a poco. Gracias Allyson Felix. Gracias Ana Peleteiro. Gracias a todas las que reivindicáis y peleáis por los derechos de todas

Ahora ya tenemos licencia para embarazarnos.

Hoy va por vosotras.

Licencia para embarazarnos
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