Luis Ignacio Martín Gijón es toledano, tiene cuarenta años, sabe cocinar -fue cocinero y recuperará su trabajo cuando llegue de nuevo a su tierra- y lleva tres años fuera de su casa y más de 5.000 kilómetros a sus espaldas desde que decidió abandonar su vivienda, su vida, sus amigos y a sus dos hijos de, ahora, 20 y 14 años, para realizar los caminos del Cid, el de la Vía de la Plata, y finalmente el de Santiago, del que regresa.
Le cuesta hablar de su pasado, pero sí logramos arrancarle el motivo por el que este joven se puso su mundo por montera y decidió recorrer toda España, sin más patrimonio que el que carga, y haciéndose acompañar -en los primeros 15 días de vida por la negra "Luna"-, y más tarde por su otra también fiel compañera, "Amor", "porque ella es todo amor".
Trabajaba como cocinero en su ciudad, y una -se intuye- dolorosa separación matrimonial, con dos hijos en común, lo sumió en tal situación de desespero que, "acabé haciendo lo que me dijo el juez, mira cógete la mochila porque es lo único que te vas a llevar. Y así lo hice. Necesitaba abandonar mi entorno, mi otra vida de casa-curro, curro-casa y casa-curro y darle el giro que le proporcionase sentido a mi existencia".
El cansacio y las vivencias son ya tantas en la mochila, nunca mejor dicho, que ni recuerda el día en que partió de Toledo. "También estoy tardando tanto porque me lo tomo con mucha calma, al no tener recursos de ningún tipo voy haciendo mis malabares, o haciendo algún que otro trabajillo para ir tirando e ir alimentándome a mí y a mis perras", explica. Canes que, por cierto, siempre cuentan con la caridad de alguna clínica veterinaria para que revisen su estado, sobre todo su aparato locomotor: "Ellas lo llevan muy bien, también descansamos oportunamente, cada dos horas andando a lo mejor descansamos una, y cada vez que entro en un pueblo le pido a algún veterinario que las revise por si pueden presentar algún problema en sus esponjas o en sus patas", dice.
Cuando llegue a su ciudad, que lo hará andando -"aunque estoy intentando regresar en tren, pero me ponen muchos problemas por las mascotas y además me resulta muy caro, porque, ¿sabes?, estoy ya muy cansado; la experiencia es absolutamente inolvidable, conoces a mucha gente en una situación similar a la tuya, intentando desconectar de la vida de estrés que todos llevamos, aunque no lo creamos", recalca Martín Gijón-, lo hará con las ideas mucho más claras: "Todo esto me ha venido de puta madre, la verdad. Volveré a mi trabajo pero solamente a media jornada, lo que me permita poder pagar el alquiler y cuidar de mí y de mis perras. Sé que para muchos es algo impensable, viviendo con un alto nivel de estrés que nos lleva, en muchos casos, a enfermar... Yo, te aseguro que he sido capaz de ser muy feliz con tan poco".
SIN TELÉFONO MÓVIL
Ha estado sin teléfono móvil, buscándose la vida "a lo más tradicional posible y, claro que a veces se lleva mal y resulta muy complicado, pero después tiene su lado positivo, porque conoces lugares impresionantes, como está siendo Galicia, de la que te aseguro que me he enamorado", dice.
Tanto es así que ya piensa, en cuanto recupere su organismo y sus maltrechos pies, que ya lo dejaron "tirado" en Barcelona hace un par de años camino de Montserrat para iniciar el recorrido norteño; en volver a realizar el mismo tránsito, "pero esta vez más pegado a la costa, porque ahora ha sido mucho por el interior", explica.
Y así, con la promesa de que en cuanto pueda, devolverá la llamada para agradecer "la amabilidad con la que me han tratado en mi ¡primera entrevista! (se ríe)", se despide de su interlocutor, llama por su nombre a cada una de sus perras peregrinas que reaccionan al instante, carga su pesada mochila y emprende nuevamente la marcha.
Pasan poco más de las dos de tarde de tal día como hoy, 2 de septiembre, y alguien ha decidido colocar a este hombre en el Alto das Estivadas para que, sin pedirlo y sorprendido por ser abordado así, hiciese llegar a todos ustedes, estimados lectores, su mensaje, que ha dejado grabado en vídeo.