Como en muchos lugares de la geografía nacional, Oímbra también sufrió las inclemencias meteorológicas que, en esta ocasión, obligaron a que una de las representaciones más llamativas, la de su Procesión de los Penitentes, se realizase, esta vez, dentro de la vieja iglesia parroquial.
Antes de que ésta comenzase, los presentes participaron también de la figuración del apresamiento de Jesús por los judíos y del posterior Oficio de las Tinieblas, acto litúrgico en el que se apagan las velas colocadas, en triángulo, en el llamado tenebrario. Tras el rezo de cada salmo, se apaga una a una, simbolizando cada uno de los abandonos que sufrió Jesús de sus apóstoles y las marías tras verle en poder de los judíos.
Quedará una única vela encendida, la más alta, que simboliza la fe de María en su hijo y en su resurrección.
Los Penitentes, descalzos, salieron después dando cinco vueltas alrededor de la iglesia. Acompañaban a Jesús, con su cruz a cuestas, camino de su Calvario.
FOTOS: Noelia Caseiro.
