Venres. 29.03.2024

Sorori... ¿quéeeeeee?

solete
La autora viguesa, María Soliño, reflexiona sobre la necesaria mayor sororidad entre ellas.

POR ELLAS

Estoy tomando un café, —quienes me conocen saben que soy adicta a la cafeína—. Tengo el portátil abierto y remoloneo frases en el Word, buscando un tema interesante sobre el que opinar esta semana. Se me ocurren varios. Lógico, nuestro universo femenino es “hasta el infinito y más allá” como acostumbra a decir cierto héroe supergaláctico de Pixar.

Un par de mujeres, más jóvenes que yo, se sientan en la mesa de al lado. Por momentos elevan bastante el tono, por lo que no puedo evitar oír parte de la conversación.

Pues sí, tía. Ya ves, ya lleva seis años casada con él. Lo amarró pero bien. Tuvo a los dos niños para no trabajar. Es lo peor. Mi primo es tonto perdido. Él, todo el día currando para ella… si es que… en mi familia nadie la soporta… no paró hasta pillarlo… Yo, cuando vienen de visita, a ella casi ni le hablo…

Y ahí siguió, durante un buen rato, desgranando un montón de lindezas de la tal mujer de su primo.

Me imagino tirada en una tumbona en una playa paradisíaca, bebiendo mojitos y untada en bronceador con olor a piña colada. Automáticamente me vienen a la cabeza mis tres churumbeles, y el mojito y la tumbona desaparecen para dar paso a una imagen en la que estoy de pie en la orilla, con dos cubos, un rastrillo y una pala desparejados, un flotador con forma de rana medio deshinchado y quemada por el sol, porque no me ha dado tiempo de ponerme la crema protectora. De esa guisa, hago aspavientos y a voz en grito, mando salir del agua a mi descendencia y a un par de amiguitos que se han unido al plan. Todo muy glamuroso, sí. Así que, precisamente, tener hijos para “no trabajar”, no me parece muy buena idea, la verdad.

 No sé, llamadme rarita, pero creo que ya estamos bastante jodidas, para que por encima seamos nosotras mismas las que nos pongamos los palos en las ruedas y llenemos de piedras nuestro duro y serpenteante camino

Me coloqué los auriculares para concentrarme mejor y mitigar la sensación de malestar que me provocaba oír a una mujer poner a “caer de un burro” a otra. No sé, llamadme rarita, pero creo que ya estamos bastante jodidas, para que por encima seamos nosotras mismas las que nos pongamos los palos en las ruedas y llenemos de piedras nuestro duro y serpenteante camino.

Y lo triste, es que no es a la primera mujer a la que oigo este tipo de comentarios. Hace unos días, hablando con otra mujer y comentando la reciente sentencia en la que el Tribunal Supremo condena a los miembros de la Manada por violación, -”sabían lo que hacían, y lo que hacían fue violar de una joven de 18 años, no abusar de ella ni compartir una juerga”-, afirma la sentencia, me decía que a ella, eso no le parecía bien. Que las chicas de hoy en día, sabían Latín. Que qué hacía esa chica a esas horas por la calle y que a qué había ido a San Fermín.

—Pues, ¡a donde le salió del…! —le contesté muy enfadada—, y cambié de tema, so pena de no volver a dirigirle la palabra.

sororas

Y me dolió. Me dolió muchísimo que no la creyera. Me dolió en lo más profundo. Como si fuese yo. Como si fuese mi hija, mi sobrina, mi hermana, mi amiga… me dolió de veras.

Hay un sector empeñado en que no nos creamos entre nosotras. En que los ataques, a veces más feroces, vengan desde dentro. Y yo me niego.

No quiero.

Se dice SORORIDAD. Preciosa palabra. Porque, ¿sabéis qué?

Hermana, YO SÍ TE CREO.

*Según la RAE, la palabra Sororidad tiene estos significados:

Sororidad,

Del ingl. sorority, este del lat. mediev. sororitas, -atis 'congregación de monjas', y este der. del lat. soror, -ōris 'hermana carnal'.

1. f. Amistad o afecto entre mujeres.

2. f. Relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento.

 Real Academia Española.    

Sorori... ¿quéeeeeee?
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