
Los ciudadanos de la Galicia del siglo XXI compartimos un sentimiento mayoritario de orgullo por nuestro territorio y presumimos sin complejos de ser un país con una gran impronta rural que, además, apuesta por seguir siéndolo.
En el reverso de ese ideal romántico surge, como auténtico desafío, una dispersión territorial sin parangón en Europa y un marcado envejecimiento que encarece enormemente la prestación de los servicios esenciales.
Racionalizar el gasto público es un ejercicio necesario que no debe confundirse con el recorte y la centralización indiscriminada de servicios
Por eso, conviene recordar que quienes habitamos el presente no somos culpables, no somos los artífices de un modelo de sociedad complejo y, en cierto modo, defectuoso.
Al contrario, somos muchos los que asumimos en primera persona el deber de mantener vivo el rural, al tiempo que contribuimos con nuestros impuestos al funcionamiento de un estado de bienestar del que esperamos atención y protección.
Empezando por el sistema sanitario, racionalizar el gasto público es un ejercicio necesario que no debe confundirse con el recorte y la centralización indiscriminada de servicios. Racionalizar exige priorizar y gestionar con eficacia los recursos de tal forma que lo más básico funcione bien para todos.
Es un deber que se impone ante la actual situación de absoluta saturación que viven los profesionales tanto de la atención primaria como de la mayoría de especialidades, con agendas repletas y cierta insuficiencia de recursos que hace tambalear la confianza social en un sistema sanitario que con tanto esfuerzo construimos.
Es obligado garantizar y facilitar el acceso a las prestaciones sanitarias al conjunto de la ciudadanía y el sentido común aconseja aprovechar las infraestructuras existentes para conseguirlo.
En esta línea, los hospitales comarcales como el de Verín ofrecen una oportunidad valiosa para aumentar la calidad de la prestación sanitaria mediante la infalible receta de la proximidad.
Mi experiencia personal de los últimos meses me ha llevado a tomar conciencia plena de la diferencia que supone el disponer o no de acceso razonable y próximo, en términos geográficos, a una determinada especialidad médica. En mi caso, la dermatología.
Dimensionar a nuestros hospitales con determinadas especialidades huyendo de criterios que ponderen gasto y resultado resulta fundamental. Soy de los que creen que el que salva una vida, salva el mundo entero.
Contar con una magnífica doctora en Verín, como Nuria Villamarín, me ha ahorrado mucho tiempo y dinero. No hace mucho tiempo los habitantes de la comarca tenían que desplazarse hasta Ourense para recibir atención dermatológica. Y, probablemente, para gran parte de la población de la comarca resultaría directamente inasumible tener que desplazarse 70 km hasta la capital de la provincia para tantas consultas como han sido necesarias para mí en un corto espacio de tiempo.
Si tenemos en cuenta que, como afirma el prestigioso oncólogo César Serrano, especialista en Vall d´Hebron, uno de cada 100 bultos en la piel es cancerígeno, facilitarle a la gente el acceso a su revisión puede llegar a ser cuestión de vida o muerte.
Esta vivencia personal me está permitiendo constatar, además, la relevancia que adquiere el abordaje multidisciplinar para hacer frente a determinadas patologías.
Por eso, dimensionar a nuestros hospitales con determinadas especialidades huyendo de criterios que ponderen gasto y resultado resulta fundamental. Soy de los que creen que el que salva una vida, salva el mundo entero. Y, a veces, para salvar esa vida se requiere de una atención primaria y especializada lo más cercana posible a los pacientes.
Sin ir más lejos, en Verín tenemos ahora sobre la mesa la clamorosa necesidad de cubrir las plazas de Pediatría vacantes. Estoy seguro de que el movimiento Pediatras en Verín Xa! conseguirá hacer reflexionar a nuestros gobernantes sobre la urgencia de esta cuestión, al igual que en su día la presión social contribuyó a que se reabriera el paritorio en la villa.
Pero, además de abogar por la implementación y mayor dimensionamiento de especialidades médicas en nuestro Hospital, no quisiera dejar de reseñar la relevancia de la atención primaria.
Si tenemos una gran atención primaria es gracias a la implicación y al esfuerzo de sus profesionales
En los últimos tiempos he podido constatar que nuestros médicos de familia son verdaderos héroes que afrontan su responsabilidad en condiciones que, muchas veces, resultan asfixiante. Quizás lo más abrumador sean sus imposibles agendas, más que una carencia o precariedad de recursos.
Y esta cuestión debería poder resolverse fácilmente si damos cumplimiento a las reivindicaciones mantenidas a lo largo del tiempo por diferentes líderes políticos, de todo signo, de incrementar las plazas MIR o realizar MIR extraordinarios.
Si tenemos una gran atención primaria es gracias a la implicación y al esfuerzo de sus profesionales. En Verín, en concreto, mi experiencia personal con la doctora Carmen Sola está resultando magnífica y quiero aprovechar estas líneas para agradecerle públicamente su afectuosa, competente y diligente atención.
Finalizo esta Tribuna, que amablemente me ha concedido la Dirección de Diario do Támega, con un mensaje claro, el de demandar un paso adelante decidido de las administraciones a favor de la sanidad pública. Defenderla y blindar su futuro requiere más recursos y una mejor gestión. De las consecuencias nefastas de no hacerlo sobran ejemplos en el mundo.