Ahora sí, ya no hay marcha atrás. Pasadas las 14 horas del domingo de Corredoiro, el Carnaval de Verín quedó oficialmente inaugurado tras el pregón que en esta edición corrió a cargo de uno de los indispensables en la fiesta verinense, Manolo "Cazoleiro". Sin embargo, mucho antes de que desembarcase en la plaza, la villa ya había estremecido lo suyo al son de las "chocas" de los incontables cigarrones -de toda edad y condición- que poblaron las inmediaciones de la casa consistorial y de la avenida de Portugal. Fueron llegando poco a poco, hasta reunirse más de medio millar capaces de ocupar la mitad del tramo urbano de la N - 532.
Sobre las doce del mediodía comenzaba el estruendo de sus "chocas", ante una multitud de "entroideiros", visitantes y turistas que se agolpaban a uno y otro lado de la vía ávidos de hacerse con el mejor de los planos. Alrededor de media hora necesitó la comitiva de cigarrones para recorrer la avenida de Portugal y Luis Espada, antes de encarar la calle Mayor y aguardar a los feligreses a la salida del oficio religioso, tanto en las inmediaciones de la iglesia Parroquial como también en su vecina de A Mercé. El bello y colorido momento dejó patente que la máxima figura representativa del Entroido tiene relevo. Más de un centenar de pequeños ocupaban la fila interior de la formación, flanqueados por cigarrones mayores y, en algunos casos muy necesarios, por su padres, que no quisieron privar a sus pequeños de estrenarse en el desfile.
De allí, camino de la plaza. La multitud la encaró por la calle Lisa y esperó pacientemente al comienzo de la lectura del pregón, bajo un sol que llegó a calentar poco antes de las 14 horas hasta los 26 grados. Al fondo, la discoteca móvil Gramola tuvo la responsabilidad de animar el cotarro hasta la llegada de la tripulación del vuelo al jolgorio, entre los que se encontraba una muy particular azafata, Manolo "Cazoleiro".
Comenzó a sonar el mítico "Viaje con nosotros" de la Orquesta Mondragón y tras el, la pantalla proyectaba un vídeo simulando la cabina de un Boeing 787. Algún que otro recadito de la locución mientras se despejaba la calle Lisa para tomar tierra, "ahora que la visibilidad es mayor desaparecida la óptica", refería el simulado piloto a la torre de control.
Aterrizados en la plaza Mayor, desembarca Manolo "Cazoleiro" perfectamente ataviado de azafata. Quizás la elección de la indumentaria no fue al azar. Dejó claro en su mensaje de casi media hora que "este ano quero que o Entroido sexa feminino, porque elas o teñen ben merecido", guiño que le valió el amplio reconocimiento de la práctica totalidad de las féminas congregadas al mediodía; además de insistir una y otra vez que toca "poñer o corpo ao servizo da festa, porque o que da festa quere gozar, de véspera ten que empezar". Recalcó que "non é tempo dos balnearios, e si dos taberneiros", aunque apuntó al "sentidiño" como la fórmula más indicada para disfrutar de la semana y media que se presenta por delante: "A festa é boa se non hai abusos, non lle dedes traballo aos do ambulatorio e aos do hospital, que eles tamén queren vir ao carnaval".
"Nin o Rocío, nin a Feira de Abril, nin as Fallas, nin siquera o San Fermín; non hai festa no mundo como o Carnaval... o Carnaval... o Carnaval de Verín". Palabra de Manolo "Cazoleiro".
Antes de concluir con los vivas al Entroido local, y después de alguna que otra alegoría histórica mejorada de manera intencionada -"O primeiro disfraz foi feito con follas de parra de vides de Monterrei"-, animó a ponerse el capuchón, "que forma parte da nosa tradición"; no temer a la picardía, "que forma parte do noso día a día"; desterrar la moda de lanzar huevos en la plaza, "esa moda importada hai que desterrala, para enfariñar só serve a fariña do pan e da empanada", y perder el miedo a participar en un Entroido, el de casa, porque "nin o Rocío, nin a Feira de Abril, nin as Fallas, nin siquera o San Fermín; non hai festa no mundo como o Carnaval... o Carnaval... o Carnaval de Verín". Y, de ahí, al éxtasis y a la mesa, quizás alrededor de un buen cocido.
