martes. 16.04.2024

Con bodis y a lo loco

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Polémica campaña de la compañía aeronáutica Ryanair.

Estamos en verano, tiempo de vacaciones, sol, playa y calor… mucho calor. ¿Por qué escribo algo tan obvio? Digamos que a veces las incoherencias me producen incomodidad y la hipocresía, ya directamente, provoca que mi mente se nuble y mi boca escupa toda clase de sapos y culebras cual conjuro de meiga, que ya sabemos todos que habelas hailas.

La pasada semana una compañía aérea (no voy a nombrarla que a estas alturas ya sabemos de quién se trata) dejó en tierra a una pasajera en el aeropuerto de Palma por, según ellos, llevar una indumentaria inadecuada, esto es, llevaba un bodi (recordemos que estamos en pleno mes de julio) que dejaba al descubierto el escote y la espalda. ¡Sacrilegio! ¡Pecadora! ¡A la hoguera! ¿Cómo alguien en pleno mes de julio puede ponerse un bodi para viajar en un avión? No, no. Minifaldas sí, oiga… ahora enseñar el escote… eso ya son palabras mayores. Dio igual que el resto de pasajeros protestasen, considerando que era totalmente abusivo (he visto el vídeo), y que se ofreciesen a prestarle una sudadera y ella misma se tapase con el pareo que llevaba. No subió y punto. Y se quedó en tierra.

Y yo me pregunto, ya sabéis que a preguntona toca p… no me gana nadie, ¿cuántas veces se utiliza el cuerpo de las mujeres como reclamo para todo tipo de publicidad? Además, recuerdo una polémica campaña publicitaria de otra compañía aérea low cost, con la imagen de sus azafatas en bikini y el lema: "Tarifas al rojo vivo ¡Y la tripulación!", así como la venta de un calendario benéfico con esas imágenes.

 

Recuerdo una polémica campaña publicitaria de otra compañía aérea low cost, con la imagen de sus azafatas en bikini y el lema: "Tarifas al rojo vivo ¡Y la tripulación!", así como la venta de un calendario benéfico con esas imágenes

 

Es muy cansino ya ver cómo se nos exigen unos cánones de belleza determinados; estar perfectas, ser jóvenes, guapas y delgadas pero luego, cuando mostramos nuestro cuerpo, joven, guapo y delgado, se nos niegue bajo excusas absurdas del puritanismo más rancio y casposo. ¿Qué iba a molestar a los pasajeros? ¿A quiénes? ¿A qué pasajeros? ¿A los que ver un escote les turba de tal manera que no pueden concentrarse en otra cosa, haciendo saltar sus instintos más primarios sin poder reprimir la respuesta de su cerebro reptiliano?

Seguimos con el discurso trasnochado de que somos nosotras las que tenemos que cuidarnos con nuestra forma de vestir, de nuestra forma de actuar y del mensaje que enviamos (por lo que nos pueda pasar).

No me gusta. No me gusta esta película. Y no me gusta el final. Llevar un bodi en pleno mes de julio y en pleno 2019 no me parece justificación para dejar una pasajera en tierra. Y como no me gusta lo digo, bueno, mejor dicho lo escribo. Quiero otro final. Quiero otro guión. Otra película. “Con bodis y a lo loco”, la podríamos titular.

Esta vez va por ella. 

Con bodis y a lo loco
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