martes. 23.04.2024
José Luis Cid André
José Luis Cid André, a la derecha, con su sempiterno bigote, en una imagen del grupo musical "Antoxo".

De todos los obituarios que, lamentablemente, me ha tocado firmar en estos ya casi tres años de andadura de este medio, este ha sido -está siendo- uno de los más dolorosos. Son muchas las variables que a uno le llevan a decidir si la persona que nos acaba de dejar debe ser candidata a tan desgraciada honra. Pero hay una que prepondera sobre todas las demás y que, en tu caso, querido "Chelis", la superas de calle: la bonhomía. Nadie, y cuando digo nadie es que es nadie podrá negar que eras un hombre bueno. 

Mi abuela Rosa, que tú llegaste a conocer y con la que alguna vez compartiste mantel en aquellas meriendas en casa de mis padres cuando abandonabas tu perfil de jefe para convertirte en un colega más con el que degustar los chorizos de la última de las matanzas, tenía una particular medida para valorar si las personas a la que estábamos despidiendo eran o no una buena gente: la afluencia en su funeral. Hoy, a todos aquellos que te acompañan tan lejos de la tierra que te vio nacer, habría que sumarles los miles que pasarían a darte su último y segurísimo sentido adiós. Puede que alguno aún aprovecharse para reprocharte que tardaste algo más de lo debido en devolverle el televisor averiado con el que Vicente se peleaba. O que le aseguraste que su lavadora Zanussi llegaba por la tarde y no la tuvo hasta el día siguiente a la mañana. Pero ninguno te discutirá tu vocación de servicio, tu extraordinaria capacidad comercial para conseguir venderle al que llegaba por una nevera un televisor con teletexto y esas ganas de innovar y de crecer en un sector para el que habías nacido y te eligieron sin equivocarse.

Muchas eran las ferias en las que otros tantos se pasaban por Blanco Rajoy a saludarte, porque no había venta que no sellases en la que no anotases un amigo. Si no estaba "o vello" -Don Octavio Cid Guerra-, el siguiente al que reclamaban era a ti. Y, tú, afable y simpático, atendías la visitas cortésmente y preguntabas por la hija y sus estudios, a la que le habías encasquetado el novedoso Amstrad PC1512 año y medio antes. 

Sabías que los viejos Almacenes Cid necesitaban ir mucho más allá y anticiparse a los tiempos que les esperaban. Por eso innovaste y fuiste pionero en el concepto de una gran tienda de electrodomésticos en aquel Verín más pujante que el de ahora. Como también lo fuiste en otros muchos ámbitos, como el musical. Tu formación Antoxo fue una de las más destacadas del Ourense de aquellos tiempos.  

Todo lo que vino después, sólo tú lo sabes. Yo, lo que sí sé y hoy lo proclamo sin temor alguno a equivocarme, son tres verdades muy absolutas. La primera, eras un gran tipo, y sé que no sólo yo seguiré hoy en deuda contigo. La segunda, tan absoluta como la anterior: cuando un buen hijo, hermano o cuñado se "pierde", lo mejor que siempre se podrá hacer por él es ayudarle a recuperar su camino. Y la tercera: hay un hombre de escasa estatura que estoy seguro lleva hoy todo el día llorándote, y otro muy merecedor de colocarle un gran "DON" delante su filiación que descansa ya mucho más sereno en su tumba sabiendo que tendrá a su predilecto más cerca.

José Luis Cid André, "Chelis", falleció esta martes en La Rinconada (Sevilla), donde residía y había emprendido una nueva vida como empresario del sector del transporte. 

Durante años fue el responsable comercial de Almacenes Cid, que más tarde se convertiría en Centro Comercial Cid, en la ahora calle Lisa de Verín. 
 

OBITUARIO | José Luis "Chelis" Cid André